viernes, 22 de junio de 2007

lunes, 11 de junio de 2007

31 canciones de 2007 (1)

Si tuviera que realizar una lista de mis 31 canciones de 2007, al puro estilo Nick Hornby, probablemente las tres que comento a continuación deberían estar incluidas. Porque no dejo de escucharlas una y otra vez.

Your Love Alone is Not Enough, de Manic Street Preachers.
Perteneciente a su nuevo disco, "Send Away The Tigers", los galeses han compuesto una canción comercial, divertida, melosa y que me hace pensar (sólo un poco) en el hit de GREASE, You're the one that I want. No porque tenga mucho que ver musicalmente, sino por el duelo vocal entre James Dean Bradfield y la sueca Nina Persson de The Cardigans, en plan Pimpinela. Pegadizo estribillo, alegre coplilla y vídeo agradable de ver, con las bandas enfrentadas. Terminaré odiándola porque la escucho más que la sintonía de Antena 3, pero ahora mismo es una de mis canciones del año.




Rehab, de Amy Winehouse, . Lo mejor de esta canción, aparte del ritmo vacilón, es ese sonido deliciosamente retro que hace que pienses en las grandes divas del soul de los años 60´s. Aquí no hay nada del R&B de la puñetera MTV, en la que todo suena igual (un trío de afroamericanas o el nuevo single de Soraya). No importa que Amy no tenga las piernas de Beyoncé, ni mueva el culo como Jenny Lo. Como en el caso de Corinne Bailey Rae en su música hay una búsqueda de una producción menos artificial, más cálida, menos moderna si se quiere. Y por tanto, mucho más atractiva. Estoy tratando de que una amiga la incluya en el repertorio de sus canciones de boda, porque no se si sobreviviré a los molinillos de Bisbal y el cutretango de Civera. ¡Perdóname!




Icky Thump, The White Stripes

El nuevo disco de Jack y Meg White vuelve a incidir en el rock de garaje marciano con influencias zeppelianas, en este caso con un barniz de música mexicana de lo más cachondo. Al contrario que su anterior trabajo, en "Icky Thump" se olvidan del minimalismo y ponen el amplificador a volumen 11, quizá para irritar a los gafapastas que simplemente los ven "cool" por su original indumentaria. La canción que titula el álbum tiene un divertido clip en el que se traduce la letra al castellano en plan karaoke. Es evidente que a Jack White ego no le falta.
Pero talento tampoco.



Veremos si sigo amando estas canciones a final de año.

domingo, 10 de junio de 2007

Tripas, de Chuck Palahniuk


Lo que digan de mí, me la pela

Aprovechando que estoy leyendo su último libro, "Fantasmas" publico este relato de Chuck Palahniuk, ideal para recitar en voz alta en celebraciones familiares, navidades y reuniones de amigos. Cuenta la leyenda que en las sucesivas lecturas de este cuento en público se contaban por decenas los oyentes que sufrían desmayos. Realmente no es para tanto, pero hay que reconocer que tiene gracia la anécdota. Lean y juzguen ustedes mismos. Puede que una vez que terminen, dejen de rendirle tributo a Onán.


Tripas (incluido en "Fantasmas". Mondadori, 2006)

Tomen aire.

Tomen tanto aire como puedan. Esta historia debería durar el tiempo que logren retener el aliento, y después un poco más. Así que escuchen tan rápido como les sea posible.

Cuando tenía trece años, un amigo mío escuchó hablar del “pegging”. Esto es cuando a un tipo le meten un pito por el culo. Si se estimula la próstata lo suficientemente fuerte, el rumor dice que se logran explosivos orgasmos sin manos. A esa edad, este amigo es un pequeño maníaco sexual. Siempre está buscando una manera mejor de estar al palo. Se va a comprar una zanahoria y un poco de jalea para llevar a cabo una pequeña investigación personal. Después se imagina cómo se va a ver la situación en la caja del supermercado, la zanahoria solitaria y la jalea moviéndose sobre la cinta de goma. Todos los empleados en fila, observando. Todos viendo la gran noche que ha planeado.

Entonces mi amigo compra leche y huevos y azúcar y una zanahoria, todos los ingredientes para una tarta de zanahorias. Y vaselina.

Como si se fuera a casa a meterse una tarta de zanahorias por el culo.

En casa, talla la zanahoria hasta convertirla en una contundente herramienta. La unta con grasa y se la mete en el culo. Entonces, nada. Ningún orgasmo. Nada pasa, salvo que duele.

Entonces la madre del chico grita que es hora de la cena. Le dice que baje inmediatamente.

El se saca la zanahoria y entierra esa cosa resbaladiza y mugrienta entre la ropa sucia debajo de su cama.

Después de la cena va a buscar la zanahoria, pero ya no está allí. Mientras cenaba, su madre juntó toda la ropa sucia para lavarla. De ninguna manera podía encontrar la zanahoria, cuidadosamente tallada con un cuchillo de su cocina, todavía brillante de lubricante y apestosa.

Mi amigo espera meses bajo una nube oscura, esperando que sus padres lo confronten. Y nunca lo hacen. Nunca. Incluso ahora, que ha crecido, esa zanahoria invisible cuelga sobre cada cena de Navidad, cada fiesta de cumpleaños. Cada búsqueda de huevos de Pascua con sus hijos, los nietos de sus padres, esa zanahoria fantasma se cierne sobre ellos. Ese algo demasiado espantoso para ser nombrado.

Los franceses tienen una frase: “ingenio de escalera”. En francés, esprit de l’escalier. Se refiere a ese momento en que uno encuentra la respuesta, pero es demasiado tarde. Digamos que usted está en una fiesta y alguien lo insulta. Bajo presión, con todos mirando, usted dice algo tonto. Pero cuando se va de la fiesta, cuando baja la escalera, entonces, la magia. A usted se le ocurre la frase perfecta que debería haber dicho. La perfecta réplica humillante. Ese es el espíritu de la escalera.

El problema es que los franceses no tienen una definición para las cosas estúpidas que uno realmente dice cuando está bajo presión. Esas cosas estúpidas y desesperadas que uno en verdad piensa o hace.

Algunas bajezas no tienen nombre. De algunas bajezas ni siquiera se puede hablar.
Mirando atrás, muchos psiquiatras expertos en jóvenes y psicopedagogos ahora dicen que el último pico en la ola de suicidios adolescentes era de chicos que trataban de asfixiarse mientras se masturbaban. Sus padres los encontraban, una toalla alrededor del cuello, atada al ropero de la habitación, el chico muerto. Esperma por todas partes. Por supuesto, los padres limpiaban todo. Le ponían pantalones al chico. Hacían que se viera... mejor. Intencional, al menos. Un típico triste suicidio adolescente.

Otro amigo mío, un chico de la escuela con su hermano mayor en la Marina, contaba que los tipos en Medio Oriente se masturban distinto a como lo hacemos nosotros. Su hermano estaba estacionado en un país de camellos donde los mercados públicos venden lo que podrían ser elegantes cortapapeles. Cada herramienta es una delgada vara de plata lustrada o latón, quizá tan larga como una mano, con una gran punta, a veces una gran bola de metal o el tipo de mango refinado que se puede encontrar en una espada. Este hermano en la Marina decía que los árabes se ponen al palo y después se insertan esta vara de metal dentro de todo el largo de su erección. Y se masturban con la vara adentro, y eso hace que masturbarse sea mucho mejor. Más intenso.
Es el tipo de hermano mayor que viaja por el mundo y manda a casa dichos franceses, dichos rusos, útiles sugerencias para masturbarse. Después de esto, un día el hermano menor falta a la escuela. Esa noche llama para pedirme que le lleve los deberes de las próximas semanas. Porque está en el hospital.

Tiene que compartir la habitación con viejos que se atienden por sus tripas. Dice que todos tienen que compartir la misma televisión. Su única privacidad es una cortina. Sus padres no lo visitan. Por teléfono, dice que sus padres ahora mismo podrían matar al hermano mayor que está en la Marina.

También dice que el día anterior estaba un poco drogado. En casa, en su habitación, estaba tirado en la cama, con una vela encendida y hojeando revistas porno, preparado para masturbarse. Todo esto después de escuchar la historia del hermano en la Marina. Esa referencia útil acerca de cómo se masturban los árabes. El chico mira alrededor para encontrar algo que podría ayudarlo. Un bolígrafo es demasiado grande. Un lápiz, demasiado grande y duro. Pero cuando la punta de la vela gotea, se logra una delgada y suave arista de cera. La frota y la moldea entre las palmas de sus manos. Larga y suave y delgada.

Drogado y caliente, se la introduce dentro, más y más profundo en la uretra. Con un gran resto de cera todavía asomándose, se pone a trabajar.

Aun ahora, dice que los árabes son muy astutos. Que reinventaron por completo la masturbación. Acostado en la cama, la cosa se pone tan buena que el chico no puede controlar el camino de la cera. Está a punto de lograrlo cuando la cera ya no se asoma fuera de su erección.
La delgada vara de cera se ha quedado dentro. Por completo. Tan adentro que no puede sentir su presencia en la uretra.

Desde abajo, su madre grita que es hora de la cena. Dice que tiene que bajar de inmediato. El chico de la cera y el chico de la zanahoria son personas diferentes, pero tienen vidas muy parecidas.

Después de la cena, al chico le empiezan a doler las tripas. Es cera, así que se imagina que se derretirá adentro y la meará. Ahora le duele la espalda. Los riñones. No puede pararse derecho.
El chico está hablando por teléfono desde su cama de hospital, y de fondo se pueden escuchar campanadas y gente gritando. Programas de juegos en televisión.

Las radiografías muestran la verdad, algo largo y delgado, doblado dentro de su vejiga. Esta larga y delgada V dentro suyo está almacenando todos los minerales de su orina. Se está poniendo más grande y dura, cubierta con cristales de calcio, golpea y desgarra las suaves paredes de su vejiga, obturando la salida de su orina. Sus riñones están trabados. Lo poco que gotea de su pene está rojo de sangre.

El chico y sus padres, toda la familia mirando las radiografías con el médico y las enfermeras parados allí, la gran V de cera brillando para que todos la vean: tiene que decir la verdad. La forma en que se masturban los árabes. Lo que le escribió su hermano en la Marina. En el teléfono, ahora, se pone a llorar.

Pagaron la operación de vejiga con el dinero ahorrado para la universidad. Un error estúpido, y ahora jamás será abogado. Meterse cosas adentro. Meterse dentro de cosas. Una vela en la pija o la cabeza en una horca, sabíamos que serían problemas grandes.

A lo que me metió en problemas a mí lo llamo “Bucear por perlas”. Esto significaba masturbarse bajo el agua, sentado en el fondo de la profunda piscina de mis padres. Respiraba hondo, con una patada me iba al fondo y me deshacía de mis shorts. Me quedaba sentado en el fondo dos, tres, cuatro minutos.

Sólo por masturbarme tenía una gran capacidad pulmonar. Si hubiera tenido una casa para mí solo, lo habría hecho durante tardes enteras.

Cuando finalmente terminaba de bombear, el esperma colgaba sobre mí en grandes gordos globos lechosos.

Después había más buceo, para recolectarla y limpiar cada resto con una toalla. Por eso se llamaba “bucear por perlas”. Aun con el cloro, me preocupaba mi hermana. O, por Dios, mi madre.

Ese solía ser mi mayor miedo en el mundo: que mi hermana adolescente virgen pensara que estaba engordando y diera a luz a un bebé de dos cabezas retardado. Las dos cabezas me mirarían a mí. A mí, el padre y el tío. Pero al final, lo que te preocupa nunca es lo que te atrapa.
La mejor parte de bucear por perlas era el tubo para el filtro de la pileta y la bomba de circulación. La mejor parte era desnudarse y sentarse allí.

Como dicen los franceses, ¿a quién no le gusta que le chupen el culo? De todos modos, en un minuto se pasa de ser un chico masturbándose a un chico que nunca será abogado.

En un minuto estoy acomodado en el fondo de la piscina, y el cielo ondula, celeste, através de un metro y medio de agua sobre mi cabeza. El mundo está silencioso salvo por el latido del corazón en mis oídos. Los shorts amarillos están alrededor de mi cuello por seguridad, por si aparece un amigo, un vecino o cualquiera preguntando por qué falté al entrenamiento de fútbol. Siento la continua chupada del tubo de la pileta, y estoy meneando mi culo blanco y flaco sobre esa sensación. Tengo aire suficiente y la pija en la mano. Mis padres se fueron a trabajar y mi hermana tiene clase de ballet. Se supone que no habrá nadie en casa durante horas.

Mi mano me lleva casi al punto de acabar, y paro. Nado hacia la superficie para tomar aire. Vuelvo a bajar y me siento en el fondo. Hago esto una y otra vez.

Debe ser por esto que las chicas quieren sentarse sobre tu cara. La succión es como una descarga que nunca se detiene. Con la pija dura, mientras me chupan el culo, no necesito aire. El corazón late en los oídos, me quedo abajo hasta que brillantes estrellas de luz se deslizan alrededor de mis ojos. Mis piernas estiradas, la parte de atrás de las rodillas rozando fuerte el fondo de concreto. Los dedos de los pies se vuelven azules, los dedos de los pies y las manos arrugados por estar tanto tiempo en el agua.

Y después dejo que suceda. Los grandes globos blancos se sueltan. Las perlas. Entonces necesito aire. Pero cuando intento dar una patada para elevarme, no puedo. No puedo sacar los pies. Mi culo está atrapado.

Los paramédicos de emergencias dirán que cada año cerca de 150 personas se quedan atascadas de este modo, chupadas por la bomba de circulación. Queda atrapado el pelo largo, o el culo, y se ahoga. Cada año, cantidad de gente se ahoga. La mayoría en Florida.

Sólo que la gente no habla del tema. Ni siquiera los franceses hablan acerca de todo. Con una rodilla arriba y un pie debajo de mi cuerpo, logro medio incorporarme cuando siento el tirón en mi culo. Con el pie pateo el fondo. Me estoy liberando pero al no tocar el concreto tampoco llego al aire. Todavía pateando bajo el agua, revoleando los brazos, estoy a medio camino de la superficie pero no llego más arriba. Los latidos en mi cabeza son fuertes y rápidos.

Con chispas de luz brillante cruzando ante mis ojos me doy vuelta para mirar... pero no tiene sentido. Esta soga gruesa, una especie de serpiente azul blancuzca trenzada con venas, ha salido del desagüe y está agarrada a mi culo. Algunas de las venas gotean rojo, sangre roja que parece negra bajo el agua y se desprende de pequeños rasguños en la pálida piel de la serpiente. La sangre se disemina, desaparece en el agua, y bajo la piel delgada azul blancuzca de la serpiente se pueden ver restos de una comida a medio digerir.

Esa es la única forma en que tiene sentido. Algún horrible monstruo marino, una serpiente del mar, algo que nunca vio la luz del día, se ha estado escondido en el oscuro fondo del desagüe de la pileta, y quiere comerme.

Así que la pateo, pateo su piel resbalosa y gomosa y llena de venas, pero cada vez sale más del desagüe. Ahora quizá sea tan larga como mi pierna, pero aún me retiene el culo. Con otra patada estoy a unos dos centímetros de lograr tomar aire. Todavía sintiendo que la serpiente tira de mi culo, estoy a un centímetro de escapar.

Dentro de la serpiente se pueden ver granos de maíz y maníes. Se puede ver una brillante bola anaranjada. Es la vitamina para caballos que mi padre me hace tomar para que gane peso. Para que consiga una beca gracias al fútbol. Con hierro extra y ácidos grasos omega tres. Ver esa pastilla me salva la vida.

No es una serpiente. Es mi largo intestino, mi colon, arrancado de mi cuerpo. Lo que los doctores llaman prolapso. Mis tripas chupadas por el desagüe.

Los paramédicos dirán que una bomba de agua de piscina larga 360 litros de agua por minuto. Eso son unos 200 kilos de presión. El gran problema es que por dentro estamos interconectados. Nuestro culo es sólo la parte final de nuestra boca. Si me suelto, la bomba sigue trabajando, desenredando mis entrañas hasta llegar a mi boca. Imaginen cagar 200 kilos de mierda y podrán apreciar cómo eso puede destrozarte.

Lo que puedo decir es que las entrañas no sienten mucho dolor. No de la misma manera que duele la piel. Los doctores llaman materia fecal a lo que uno digiere. Más arriba es chyme, bolsones de una mugre delgada y corrediza decorada con maíz, maníes y arvejas.

Eso es la sopa de sangre y maíz, mierda y esperma y maníes que flota a mi alrededor. Aún con mis tripas saliendo del culo, conmigo sosteniendo lo que queda, aún entonces mi prioridad era volver a ponerme el short. Dios no permita que mis padres me vean la pija.

Una de mis manos está apretada en un puño alrededor de mi culo, la otra arranca el short amarillo del cuello. Pero ponérmelos es imposible.

Si quieren saber cómo se sienten los intestinos, compren uno de esos condones de piel de cabra. Saquen y desenrrollen uno. Llénenlo con mantequilla de maní, cúbranlo con lubricante y sosténganlo bajo el agua. Después traten de rasgarlo. Traten de abrirlo en dos. Es demasiado duro y gomoso. Es tan resbaladizo que no se puede sostener. Un condón de piel de cabra, eso es un intestino común.

Ven contra lo que estoy luchando.

Si me dejo ir por un segundo, me destripo.

Si nado hacia la superficie para buscar una bocanada de aire, me destripo.

Si no nado, me ahogo.

Es una decisión entre morir ya mismo o dentro de un minuto. Lo que mis padres encontrarán cuando vuelvan del trabajo es un gran feto desnudo, acurrucado sobre sí mismo. Flotando en el agua sucia de la piscina del patio. Sostenido por atrás por una gruesa cuerda de venas y tripas retorcidas. El opuesto de un adolescente que se ahorca cuando se masturba. Este es el bebé que trajeron del hospital trece años atrás. Este es el chico para el que deseaban una beca deportiva y un título universitario. El que los cuidaría cuando fueran viejos. Aquí está el que encarnaba todas sus esperanzas y sueños. Flotando, desnudo y muerto. Todo alrededor, grandes lechosas perlas de esperma desperdiciada.

Eso, o mis padres me encontrarán envuelto en una toalla ensangrentada, desmayado a medio camino entre la piscina y el teléfono de la cocina, mis desgarradas entrañas todavía colgando de la pierna de mis shorts amarillos. Algo de lo que ni los franceses hablarían.
Ese hermano mayor en la Marina nos enseñó otra buena frase. Rusa. Cuando nosotros decimos: “Necesito eso como necesito un agujero en la cabeza”, los rusos dicen: “Necesito eso como necesito un diente en el culo”. Mne eto nado kak zuby v zadnitse. Esas historias sobre cómo los animales capturados por una trampa se mastican su propia pierna; cualquier coyote puede decir que un par de mordiscos son mucho mejores que morir.

Mierda... aunque seas ruso, algún día podrías querer esos dientes. De otra manera, lo que tenés que hacer es retorcerte, dar vueltas. Enganchar un codo detrás de la rodilla y tirar de esa pierna hasta la cara. Morder tu propio culo. Uno se queda sin aire y mordería cualquier cosa con tal de volver a respirar.

No es algo que te gustaría contarle a una chica en la primera cita. No si querés besarla antes de ir a dormir. Si les cuento qué gusto tenía, nunca nunca volverían a comer calamares.
Es difícil decir qué les disgustó más a mis padres: cómo me metí en el problema o cómo me salvé. Después del hospital, mi madre dijo: “No sabías lo que hacías, amor. Estabas en shock”. Y aprendió a cocinar huevos pasados por agua.

Toda esa gente asqueada o que me tiene lástima... la necesito como necesito dientes en el culo.
Hoy en día, la gente me dice que soy demasiado delgado. En las cenas, la gente se queda silenciosa o se enoja cuando no como la carne asada que prepararon. La carne asada me mata. El jamón cocido. Todo lo que se queda en mis entrañas durante más de un par de horas sale siendo todavía comida. Chauchas o atún en lata, me levanto y me los encuentro allí en el inodoro.

Después de sufrir una disección radical de los intestinos, la carne no se digiere muy bien. La mayoría de la gente tiene un metro y medio de intestino grueso. Yo tengo la suerte de conservar mis quince centímetros. Así que nunca obtuve una beca deportiva, ni un título. Mis dos amigos, el chico de la cera y el de la zanahoria, crecieron, se pusieron grandotes, pero yo nunca llegué a pesar un kilo más de lo que pesaba cuando tenía trece años. Otro gran problema es que mis padres pagaron un montón de dinero por esa piscina. Al final mi padre le dijo al tipo de la piscina que fue el perro. El perro de la familia se cayó al agua y se ahogó. El cuerpo muerto quedó atrapado en el desagüe. Aun cuando el tipo que vino a arreglar la piscina abrío el filtro y sacó un tubo gomoso, un aguachento resto de intestino con una gran píldora naranja de vitaminas aún dentro, mi padre sólo dijo: “Ese maldito perro estaba loco”. Desde la ventana de mi pieza en el primer piso podía escuchar a mi papá decir: “No se podía confiar un segundo en ese perro...”.

Después mi hermana tuvo un atraso en su período menstrual.

Aun cuando cambiaron el agua de la pileta, aun después de que vendieron la casa y nos mudamos a otro estado, aun después del aborto de mi hermana, ni siquiera entonces mis padres volvieron a mencionarlo.

Esa es nuestra zanahoria invisible.

Ustedes, tomen aire ahora.

Yo todavía no lo hice.

Chuck Palahniuk

lunes, 4 de junio de 2007

El espíritu de Labordeta (2)



Bienvenido a la República Independiente de la UEFA



Madrid, Mayo de 2007

Con la resaca del triunfo sevillista en Glasgow, que impidió que me desplazara a la capital un día antes para presenciar el espectáculo de los swingers de Royal Crown Revue, la idea inicial era revalidar el concierto del año pasado de The Who en el Palacio de los Deportes. Cual Palop tomando el relevo de Paul Stanley Navarro, alzando el paragüero más preciado de Ikea, las ilusiones estaban renovadas, la confianza era mayor que la última vez, las ganas, las mismas o más. El rival, en un principio ya estaba vencido, tras la exhibición del año pasado (Pete Townshend publicó en su blog que había sido el mejor concierto de toda la gira). Quizás todos estábamos demasiado confiados. Como el Sevilla F.C. ante un rival en principio tan asequible como el Español de Adam Garbinski, a quien habíamos vencido cómodamente en Liga.




Raúl Tamudo, en el banquillo, tras ser sustituido por Lacruz

Me pregunto si el mítin del PP que se estaba celebrando en plena Puerta del Sol (quicir, donde se encontraba mi hostel, por lo que tuve que tragármelo enterito y sin anestesia) tuvo algo que ver en lo acontecido durante el concierto, de la misma manera que el puñetero José Corbacho casi nos agua la fiesta en Hampden Park . Todo está conectao.


De todas maneras, hay que decir que las vibraciones antes del evento eran inmejorables. LLegué con tiempo a la capital, pude descansar un rato al ritmo de un secuaz de SuperEspe y quedar temprano con mis amigos en la misma puerta del Palacio de los Deportes, el mismo lugar que el año pasado. A la misma hora. Coñe, parezco Chiquetete.


Al entrar, el mismo despiste de siempre. ¿Por dónde rayos se accede a la pista? Por estas escaleras, no, que van a las gradas B y C. Por allí tampoco que te metes en la sala VIP a hincharte de cacahuetes. Vamos a dar la vuelta, venga, por donde los tenderetes de camisetas. Son las mismas del año pasado, tan feas y tan caras. De hecho, llevo puesta una blanca con una foto de The Who el día de su primera comunión. Lo siento Pino Palladino.


Cuando finalmente damos con el acceso a la pista, comprobamos que el recinto está lejos de llenarse (de la misma forma que no se vendieron todas las entradas para Glasgow), por lo que conseguimos colocarnos en un sitio cercano al escenario. Más o menos el mismo lugar que el año anterior, pero esta vez no estaban los quinceañeros que estudiaban la discografía de los Who por etapas. ¡Eminence Front es el nuevo Won´t fooled again! Juventud, divino tesoro.





Rose Hill Drive, flattoplogy



Las referencias que tenía de los teloneros, la chavalería de Rose Hill Drive, no eran malas. Y es que un grupo que en una ocasión tocó el "Led Zeppelin I" por orden y de principio a fin no puede ser malo. Y lo cierto es que animaron el cotarro, con sus barbudas pintas y su rock pesado y pasado de moda. Me gustó especialmente el final de su actuación, en plan jam sabbathiana in crescendo. Lejos de Mother Superior, claro, pero esa es otra historia que será contada en otra ocasión.



Cuando se marcharon los de Colorado, la expectación era máxima. El recinto se había ido llenando poco a poco, los roadies barbudos fueron montando el chiringuito, y nosotros teníamos muchas ganas de "Cable interminable", la última gran obra de Pete. El del año pasado había sido el concierto de los grandes éxitos. Este era el de presentación de su último disco, con portada de Matemáticas de 3º de BUP y canciones que remiten a Lifehouse, con una perspectiva del paso del tiempo, de los que ya no están, y de lo que nos (les) queda.





Se apagan las luces, el público corea el nombre de la banda, cual sevillistas recitando el himno del Arrebato. Y allí están de nuevo, sobre el escenario, los campeones de Copa: Sabio y gastado Pete, con su sonrisa confiada, viejo zorro superviviente de mil peleas contra rockers en la playa de Brighton; Atlético y juvenil Roger, como el padre de McVicar, en forma tras el descanso de la gira. De fondo, una pantalla gigante que mostrará fotos de todas las épocas de la banda, imágenes inconexas o todo tipo de animaciones coloristas. El resto de la banda permanece en un segundo plano: Pino Palladino en plan extra, casi fuera del escenario (un Fernando Sales cualquiera). El entrañable Rabbit, parapetado tras su teclado, recuperado de su amargo trago; el tonto Simón, con su guitarra desenchufada, y el hijo de Ringo, Zack Starkey, demostrando que es el mejor músico de Oasis.


Los chicos están bien (qué original)


Sin dilación, el primer gol del partido, repitiendo el encuentro del año pasado. Cual Adriano culminando una cabalgada por la banda izquierda tras pase lejano de Palop, The Who muestran sus mejores armas: "Can´t explain", "The Seeker", esos clásicos imprescindibles, mezclados con los primeros temas de "Endless Wire": "Fragments" y "Mike Post Theme". El sonido no es perfecto, pero a Roger se le ve en muy buena forma y Pete va entrando en calor. Esto parece un paseo triunfal. Miro a mi espalda y veo que el recinto tiene más o menos la misma afluencia que el año pasado. The song remains the same, afortunadamente.

Ringo Mandingo junior, malabarismos con las baquetas


Y entonces, cuando más confiados estábamos, marca Riera desde lejos tras tocar el balón en Daniel Alvés. O lo que es lo mismo: en plena fiesta CSI de "Who are you", con todo el Palacio pegando botes, suena un chasquido en la mesa de los controles y todo se va al garete: Pete haciendo "air guitar" y Roger moviendo los labios. Quicir, el sonido a tomar por saco, por lo que se produce un parón de varios minutos, apagón y retirada del escenario. Y lo que es peor: Cabreo monumental de Townshend, que ya estaba pensando en volver a romper una guitarra sobre la cabeza de alguien. Juande tiene que hacer cambios, pero hay que ser prudentes. Queda mucho concierto.




Corre, Conejo




Nervios, intriga, dolor de barriga... Pete y Rog se resisten a abandonar el escenario, se les ve nerviosos y expectantes... Y a los pocos instantes, vuelven a saltar al césped... comenzando por el final de "Who are you", con ese estribillo que todo el Palacio había seguido cantando incluso sin luces: "Whoooo are you, uhuh, uhuh".


Vamos tos´parriba, que aquí no ha pasao ná



A partir de ahí, todo irá encaminado a recuperar la energía inicial, algo difícil por la parada, pero con mucho mejor sonido: clásicos como Behind Blues Eyes, Relay, la magnífica Baba O´Riley, horteradas ochenteras como "Eminence Front" (en el que Rog coge la eléctrica al más puro estilo Springsteen), intercaladas con canciones nuevas como "Man in a purple dress" y la grata sorpresa del momento Quadrophenia (España-Malta): "The Real me" y "5 :15", auténticos highlights de la noche. Rog está mejor de voz que el año pasado; Pete poco a poco está olvidando el incidente inicial, Simon gracias a Dios no molesta. Múltiples tiros a puerta, pero no termina de machacar al rival, ni siquiera con el público vencido, con "Won´t get fooled again" y la expulsión de Moisés por segunda tarjeta amarilla. Y encima Rog bromeando con el título del nuevo disco, que el frontman confunde con el de la nueva mini-ópera. "No, no se llama Wire and Glass" -afirma un encolerizado Pete- "Endless Wire es su nombre". "¿Entonces qué demonios era Wire and Glass?", pregunta McVicar. "La mini-ópera, idiota, la mini-ópera". Entre el apagón, las bromas de Rog y la inoperancia de un roadie al colocarle los auriculares cuando pilló la acústica, Pete estaba que mordía. Hace 30 años hubieran rodado cabezas. "My generation" y "Won´t get fooled again" terminaron por despejar las dudas de que Pete, a pesar de todos los pesares (al igual que Kanouté lesionado), seguía siendo el mejor. Guitarrazos, saltos, punteos del espacio exterior... Todo un espectáculo.

Saca el córner Navas, remata Kanouté de cabeza... ¡casi!


Tras el descanso, y en la prórroga, lo que todos esperábamos hacía horas: Kanouté marca el que parece será el gol definitivo, con "The kids are allright" y sobre todo con ese set- lit made in Tommy. El mago del petaco es lo que tiene. Sin embargo, e inesperadamente, tras el sorprendente viaje, cuando ya sonaba "Listening to you" y la gente ya estaba en el séptimo cielo, un gol desde lejos de Jonatas fuerza la tanda de penalties. El concierto ha terminado, pero en el escenario permanecen Pete y Rog, cual Palop y Navas, sin nadie más. Sólo dos hombres, una acústica y una taza. La coda final de "Tea and Theatre" (Rog taza en mano, Pete con los ojos vidriosos) hace justicia a una velada que se complicó innecesariamente. En esta última oración, Rog habla de los dos supervivientes de una historia de amistad y rock and roll. No importa que no se soporten. Sobre el escenario, son hermanos.


Two of us

Un emotivo final para una nueva experiencia de música, amor y vida, que al igual que en la final de Copa, ganó el mejor.

Todos los Jóvenes

Al día siguiente, y tras visitas a museos y comidas en restaurantes ecológicos, tenía cita con Ian Hunter en El Sol. Una hora antes del concierto, me di cuenta de que no tenía ni idea de dónde estaba la sala, y las indicaciones que me habían ofrecido eran erróneas (que si "El son", que si una sala de Recreativas, que si al final de esta calle...). Al final entré en un ciber y mamá internet me sacó de dudas. Llegué poco antes del comienzo, y me coloqué en buena zona. La sala es pequeña, al fondo está el tipo de las camisetas y los cds, a la derecha la barra, que conviene tener cerca. Me apetece un Jim Beam.


Fotografía: Laura González de El Almacén del Rock



Con el pelo a lo Panocha, camiseta a rayas, gafas de sol, la voz rota y una excelente banda de acompañamiento, el tipo que hizo popular aquella canción de Bowie ofreció un recital de armónica, piano y energía, para presentar su nuevo disco "Shrunken Heads", además de sus clásicos ("Once Bitten, Twice Shy", "The Way From Memphis' "Cleveland rocks") , con los Mott o en solitario. Bellas melodías, sentidas baladas y rock and roll de siempre para un público de todas las edades, sexos y condición social (se veían hasta matrimonios bailando pegados, rememorando quizá otra época y otro lugar). Recuerdo que volví a ver a una chica italiana con la que coincidí en el concierto de Marah en Zaragoza. Hay caras (y cuerpos) que no se olvidan. Lejos de grandilocuencias, postizos o poses, Hunter da lo mejor de sí mismo en un escenario pequeño y bajo, impropio para una estrella de sus características. Se le ve feliz, en forma, y a su banda con ganas de liarla. La hora y media de recital sabe a poco, aunque haya terminado con la maravillosa "All the young dudes".


Esta es la cara que pongo cada vez que me preguntan por la vuelta de Cero




Y entre la pequeña multitud, descubrí a Jose Ignacio Lapido, ideólogo y compositor de mis queridos 091, casi el único grupo español que me interesa. Fui a saludarle y me confirmó que de vuelta a los ruedos de los granadinos, nada de nada. Me pareció un buen tipo, tímido y callado, al que no debe emocionarle el peso de la fama, y eso que fueron varios los que le estrechamos la mano. En aquel momento no llevaba cámara, así que os tenéis que creer lo que yo os cuente. Me comentó que le había gustado mucho el concierto, y cruzamos algunas palabras, pero como yo no soy reportero del Tomate, lo dejé estar. Antes de eso, un par de tipos de Canarias me dieron la brasa, con perlas del tipo "Roger Waters se llevó la gloria de Pink Floyd injustamente, el verdadero líder era Gilmour", que encajé de la mejor manera posible. Los chavales habían estado en los conciertos de RCR, de The Who (demasiadas baladas, dijeron los insensibles, que es como si me dicen que el Sevilla lanzó demasiados córners) y disfrutaron con Hunter, quizá porque la pequeña sala favorecía el calor del público y es más fácil de apreciar el saber hacer de un superviviente (otro, como Rog y Pete) del rock and roll. Cuando ya había oído demasiadas estupideces (Carlos Pina hace un gran programa en Radio 3, bla, bla, bla) me fui por dónde había venido, crucé la calle de las putas y me volví al bendito hostal, en una Puerta del Sol llena de luz y color. La ciudad que nunca duerme, ya se sabe.

De vuelta, en el tren, pensé en lo afortunado que soy por haber presenciado a dos leyendas vivas del rock, de las que ya no quedan muchas, y que no durarán eternamente entre nosotros sino a través de todas esas maravillosas canciones.