sábado, 2 de agosto de 2008

El jefe y el mago

Acabamos de llegar de Inglaterra, de cuyo viaje daremos buena cuenta en los próximos días, porque hay mucho y bueno que contar. Mientras tanto, les dejo con la última entrada que quedó finalmente sin publicar, por problemas de tiempo.

El jefe y el mago

Los dos últimos conciertos de mi particular gira veraniega fueron muy especiales por razones bien diferentes. De hecho, si pienso en ello, es difícil encontrar dos espectáculos que al mismo tiempo sean tan brillantes y tan opuestos entre sí. Por un lado tenemos el grandilocuente espectáculo de masas, el show para todos los públicos tan generoso como agradecido, la estrella vaciándose ante un público que no para de corear el nombre de su ídolo. Himnos de toda la vida para alzar el puño el alto, coger de la mano a la persona amada o simplemente bailar al son de la música de parte de nuestra vida. Por otro, el elitista teatro de máscaras, para contemplar, entre la sorpresa y la admiración, el arte de este bufón imprevisible. Dos ciudades tan dispares como Madrid y Barcelona en apenas dos días de diferencia fueron el escenario de las funciones de dos artistas tan importantes, necesarios y diferentes entre sí como son Tom Waits y Bruce Springsteen. Claro que en su día Bruce versioneó "Jersey girl" de Waits, ya conocen el subtítulo de este blog. Pero esa es otra historia.

Madrid, Estadio Santiago Bernabeu. 17/07/2008


"oe, oe, oe, oeeeeeeeee"

Lo peor de Bruce Springsteen siempre ha sido parte de su público español. Él no tiene la culpa, claro, pero en España, el aficionado al Boss es el típico individuo que no tiene ni idea de música más allá de The Police, U2, Queen o Dire Straits. Los grupos que triunfaron en los años 80, perennes generación tras generación. Alaska tiene razón, en España aún estamos en los años ochenta. Aunque a ella le viene bien, claro. Son los grupos que mencionan los futbolistas como favoritos en las entrevistas ( no parece casual que todos toquen en estadios de fútbol) o los predilectos de la Casa Real, que ya se sabe la tradición rockera que siempre ha tenido. Pero como decimos, Springsteen no tiene la culpa, como tampoco la tiene de que en España lo asociemos al cretino de Manel Fuentes. Sería como decir que no escuchas a The Beatles porque te recuerdan a Joaquín Luqui. Por eso, si el rockero de pro se libera de sus prejuicios se dará cuenta de la relevancia de uno de los músicos vivos más importantes del mundo.

El Jefe

Va a cumplir sesenta años, lo ha dicho y demostrado todo en el mundo de la música, es multimillonario y puede ocupar su tiempo en lo que le venga en gana. Sin embargo, y a pesar de todo, o quizás precisamente por eso, el amigo Springsteen sigue siendo el artista más generoso que he visto sobre un escenario. Al menos de los de sus estatus, que ya se sabe que es más común darlo todo sobre las tablas cuando eres joven, vives deprisa y aún tienes que reivindicarte ante el mundo. Tres horas de concierto sin apenas interrupción ni momentos para el relax, en un show en el que el Boss accede a las peticiones de la audiencia que le entrega en las primeras filas pancartas con títulos de canciones, dan fe del carácter de este working class hero. Bruce se abraza a sus fans, se deja sostener por decenas de brazos anónimos, saca a una chica en "Dancing in the dark" (como en el videoclip), habla con su audiencia, no hace descansos, se mueve, grita, anima todo el tiempo...


"Vamos tos p´arriba"

Aunque el repertorio abunda sobre todo en temas enérgicos, para darle protagonismo a la E Street Band que aún sigue al pie del cañón (incluso con la baja del teclista Danny Federici), uno de mis momentos favoritos fue la intimista versión de "The River", con el Boss ocupando sólo y en penumbra el centro del escenario. Él, su armónica, y una historia de la América profunda. Cómo me gustaría verle en un teatro tocando material de "Nebraska".

No importa que sus últimos discos sean discretos, ahí está un repertorio que tira de espaldas con temas como "Badlands", "The Promised Land", "Born to run" o "Jungleland" (la palabra "land" está en casi todo su cancionero, siempre ha sido muy telúrico; la segunda palabra más utilizada es "street"). Desde la inicial "Night" hasta la versión final del "Twist and shout"(mezclada con "La Bamba", como le plagiaba Carlos Goñi), el viejo Bruce se empeñó en ofrecerle a la audiencia todo lo que esperaba de él: entrega, entusiasmo, alegría, rabia y todas esas maravillosas canciones. "Brilliant disguise" y "Cover me" fueron las peticiones de un público de un Bernabeú lleno hasta la bandera, que contó con algunas presencias ilustres como Mercedes Milá o Mar Flores, con los que no tuve la fortuna de coincidir.

Sobre la E Street Band, comentar que respaldó de manera eficiente a Springsteen sin restarle un ápice de protagonismo. Ni siquiera el entrañable Clarence Clemons, al que la audiencia ovacionó en su presentación, puede hacerle una pizca de sombra en un espectáculo tan enérgico como calculado al milímetro. Porque Springsteen es tan pasional y entregado como profesional. Sólo de esta manera podría mantenerse en tan buena forma a su edad.
Tras tres horas de intenso concierto, veintiocho canciones y arruinarme en la zona de merchandising, llegaría una larga noche de tedio por la dificultad de pillar un taxi ante la presencia de miles y miles de fans. Pero esa es una historia que no corresponde contar aquí ahora. No importó el cansancio, la sensación final era la de una nueva noche histórica.


Este fue el set-list, al que solo pongo un pero: faltó "Thunder Road".

1. Night
2. Radio Nowhere
3. Lonesome Day
4. The Promised Land
5. Spirit in the NIght
6. Summertime Blues
7. Brilliant Disguise
8.The River
9. Cover Me
10. Trapped
11. No Surrender
12. Out in the Street
13. Because the Night
14. Cadillac Ranch
15. Livin' in the Future
16. Mary's Place
17. Tunnel of Love
18. The Rising
19. Last to Die
20. Long Walk Home
21. Badlands
(Encore)
22.Jungleland
23. Seven Nights to Rock
24. Born to Run
25. Bobby Jean
26. Dancing in the Dark
27. American Land
28. Twist and Shout



Barcelona. Auditorio del Fórum 15/07/2008

Dicen que lo mejor no es su acústica, pero lo cierto es que el auditorio del Fórum es un recinto muy atractivo para un espectáculo de estas características. Aforo reducido, edificio vanguardista y un escenario en el que incluso antes de empezar ya preveíamos que algo grande iba a suceder. Una tarima circular en el centro del escenario, rodeado de todo tipo de instrumentos a su alrededor, un piano a la derecha, y un montaje de lo más teatral provocó la expectación de un público que sabía a lo que venía.

El mago


Resulta complicado explicar cómo es un concierto de Tom Waits. Más que nada porque no es un show de rock, de blues, de cabaret o de jazz al uso, aunque en él podamos disfrutar de todo lo mencionado y más. Waits más que un cantante es un mago, un maestro de marionetas, un bufón, un contador de historias. En cada tema, se transforma y adquiere la personalidad de la canción. Del predicador al bluesman, del pianista borracho al cuentacuentos, Waits realiza un espectáculo tan personal como único. Sus versiones difieren de las de sus discos, a veces más aceleradas, otras más lentas; su voz es potente y cruda, emotiva y contundente; gesticula todo el rato, levanta polvo con sus zapateos en la tarima, toca varios instrumentos, baila, se para, le cuenta historias a la audiencia. Sorprende todo el rato. Lo suyo no es sólo música, tampoco es sólo teatro. Su show es pura magia, una magia que te mantiene embrujado durante todo el concierto.


Su repertorio es tan apabullante que casi no importaba lo que fuera a tocar, aunque yo agradecí enormemente los temas de "Bone machine", su mejor disco en mi opinión. Desde el inicio perfecto del rock 50´s "Lucinda" (de su magnífico "Orphans") hasta el emotivo "Dirt in the ground", Waits repasó canciones de todas sus épocas, con predilección por su maravilloso "Rain dogs", y alguna de sus últimas obras maestras como "Mule variations". El ya previsible "Innocent when you dream" que realiza en la parte en la que se sienta al piano fue celebrado y coreado por todo el teatro, que en ocasiones realizaba peticiones a gritos. Tal vez se confundieron de concierto. De ciudad.


Resulta difícil definir un concierto de Tom Waits. Hay que estar allí para hacerse una idea de la atmósfera teatral que crea con la mínima expresión. Para apreciar el carisma desbordante y la personalidad gigantesca de este personaje. Waits pasa de lo íntimo a lo excesivo incluso dentro de una misma canción, su show, aunque esté medido al mílimetro, parece imprevisible. Lo es para gente como yo, que lo veía por primera vez. La banda que le acompaña es simplemente correcta pero él no necesita más. Él es el único protagonista de un espectáculo que da la sensación que podría alargarse hasta el infinito, y que en las dos horas que dura se hace realmente corto.


Salí del Auditorio como quien despierta de un sueño. Tal vez es que yo también sea inocente cuando duermo.

Este fue el repertorio:
1. Lucinda/Ain’t Going Down To The Well No More
2. Way Down In The Hole
3. Faling Down
4. Poor Edward
5. I’ll Shoot The Moon
6. Cemetery Polka
7. All The World Is Green
8. Get Behind The Mule
9. Such A Scream
10. Murder In The Red Barn
11. Singapore
12. Invitation To The Blues
13. Johnsburg, Illinois
14. Lost In The Harbour
15. Innocent When You Dream
16. Lie To Me
17. Hoist That Rag
18. Hold On
19. Black Market Baby
20. Trampled Rose
21. Make It Rain (intro of Going out west, cut short)
22. Rain Dogs
23. Dirt In The Ground


El día anterior, que también tocó en el mismo teatro, asistió al concierto Manel Fuentes. ¿Ven como todo está conectao?
Pronto, London Town.