Inauguro en La cadena la sección "El espíritu de Labordeta", que tuvo su germen en el ya desaparecido y siempre añorado foro de Planeta Velvetina (de cuya prohibición y triste final hablaremos a su debido momento). De lo que se trata en este espacio es de relatar mis experiencias viajeras, anécdotas incluidas, que diría el ínclito Julián Ruiz. Con el tiempo espero ir recuperando alguno de los "espíritus" publicados anteriormente (Jerez, Madrid) o hacer mención de otros que jamás llegaron a ver la luz (Valladolid, Zaragoza). Sin embargo, la actualidad manda. Y la actualidad es Barcelona.
Con mucho "amor"
Di no al budismo y a los hámsters
Desde los primeros compases, habrá tres características que definirán el concierto, a saber:
- Un gran sonido (en parte por el recinto, pero sobre todo por la tecnología que lleva nuestro amigo), que reproduce de manera impecable y a la perfección todas y cada una de las notas de las maravillosas canciones de Pink Floyd. Por supuesto, la tecnología no puede hacer nada sin una banda de músicos eficaces, en la que destacaría a Snowy White, un guitarrista curtido en mil batallas, y unas coristas que harían las delicias de cualquier aficionado a la música "negra". Del resto, destacar que el nuevo guitarrista se parece al David Gilmour de "Live at Pompei" pero en moreno, y que como los demás, no deja un ápice a la improvisación. Papá Waters manda (por cierto, que el hijo de Waters sí que está en la banda).
- Un protagonismo absoluto de Roger Waters, como no podía ser de otra forma, incluso en las canciones que él no canta (casi todo el "Dark side of the moon"). Él es el centro de todas las miradas, y se le ve disfrutar como un niño grande. Sorprendió a propios y extraños por lo bien que está de voz, teniendo en cuenta que nunca ha sido un frontman, y que la edad no perdona.
- Una importancia visual en un espectáculo medido al milímetro. Durante el concierto, veremos astronautas, cerdos volando, prismas con la descomposición de la luz por láser, cómic animados, homenajes a Syd Barret... En realidad, más que un concierto, es una celebración del universo floydiano, resumida en casi tres horas de actuación.
Tres partes
El concierto se divide en tres partes: La inicial, que comienza con dos temas de "The Wall" (In the flesh, y la acústica Mother), tres de "Wish you were here" (la que titula el disco, rarísima en la voz de Waters, "Have a cigar" y la maravillosa "Shine on your crazy diamond") un par del olvidado "The Final Cut" (The Fletcher Memorial Home y Southampton Dock, maravillosas) y un emotivo "Set the control for the heart of the sun", donde se muestra imágenes de la banda en sus tiempos mozos, con esos vídeos sesenteros que tanto recuerdan a los cuatro de Liverpool. Especialmente emotivas suenan los temas de "The final cut", con mensajes políticos intercalados en unos vídeos que más que nunca recuerdan la figura paterna obsesiva en la obra de Waters. Un par de temas en solitario ("Leaving Beirut" y "A perfect sense") dan paso a un psicodélico "Sheep" que nos vuelve a traer a la memoria esa maravilla de disco que es "Animals". Es el momento del cerdo volante.
Fotos de Natalia Moreno, en Indy Rock
Quince minutos de descanso y nos introducimos en la experiencia de la cara oculta de la luna. Una luna llena en la pantalla (que se va haciendo más grande por momentos) nos anuncia el comienzo de esa obra maestra que sonará completa y en el mismo orden que el disco. Todo un lujazo de principio a fin, que tiene sus puntos álgidos en "Time", "Money" y sobre todo en ese colofón de "Brian Damage/Eclipse", todo ello condimentado con bellos efectos de luz e imágenes en la pantalla. Ejecución perfecta, sin un respiro entre canción y canción, los mismos efectos sonoros del álbum, psicodelia digital...Toda una experiencia audiovisual que nos dejó con la sonrisa en la cara y ganas de más. La banda sale del escenario y el público no se conforma. ¿No ha tenido suficiente? Eso parece. Pero tranquilos, que aún faltan los bises.
¡Y vaya bises! Nada menos que una parte final dedicada de nuevo a "The Wall", con "The happiest days of our lives", "Another brick in the wall part II", "Vera", "Bring the boys back home" y esa maravilla de "Confortably numb" que cerró una noche memorable, y saldó una deuda pendiente. El largo viaje y la tensa espera habían merecido la pena. En nuestras cabezas, aún sonaban los ecos (echoes) de una noche para la posteridad. Cansados y felices, volvimos a nuestros aposentos, en mi caso con un objetivo: descansar lo suficiente porque al día siguiente me esperaba un evento muy esperado: el Salón del Cómic.
25 Salón del cómic
Me levanto dolorido (en parte porque la excitación del concierto no me ha permitido dormir tanto como quería), pero decidido a llegar hasta la Plaza de España, donde se encuentra el recinto que acoge el mítico Salón del Cómic, uno de esos lugares que escribes en tu agenda como futuribles. Y es que toda persona de bien, antes de morir debería tener un hijo, plantar un árbol y asistir, al menos una vez, al Salón del Cómic. Ya sólo me quedan dos deberes.
Y es que yo he crecido con los cómics. En mi memoria, los "Don Miki" van unidos a bocadillos de mortadela y fanta de naranja; los "Mortadelo" y "Zipi y Zape" los devoraba casi antes de aprender a leer. Nunca fui muy fan de "Asterix" o "Tintín" pero sí de Superlópez, El Coyote, Carpanta, Sporty, Benito Boniato... ¡incluso llegué a leerme "Candy Candy" en versión "Super Humor". Y poco a poco me fuí metiendo en los superhéroes, claro que sí: Spiderman, Capitán Marvel, Supersonic Man, Hulk, Superman, Silver Surfer, Batman... Ya con la "madurez", descubrí las novelas gráficas (Watchmen, Sandman, Miller, Moore) , y los "cómics serios" (Clowes, Burns, Thompson, Bagge, "Maus"), a los que ya considero prácticamente literatura. Toda una vida unida a las viñetas, cuya evolución de lectura ha ido unida a mi propia evolución personal. La cantidad de basura (y de maravillas) que he comprado, que he leído, que he disfrutado, que he tratado de copiar. A veces lo pienso y trato de preguntarme cómo fuí capaz de seguir tanto tiempo una serie tan mediocre como "Spawn", por ejemplo. O todas esas tonterías de Image. En el cómic, como en la música, también tienes que formarte el gusto. Volvamos a Barcelona.
En fin, que cuando llegué al recinto ferial me encontré con una cola para la taquilla que me recordó a las de la Expo´92 (colas que por cierto yo nunca sufrí, merced a un enchufe). Mucho friki disfrazado, mucho "peter pan" y algún que otro figurón, claro que sí, que de todo hay en la viña del señor. Cuando finalmente entro, la impresión es de agobio y confusión. Agobio por la cantidad de gente allí metida. Confusión porque uno no sabe dónde mirar: stands y stands de todo tipo de colores y formas, tiendas, exposiciones, manga, superhéroes, El Jueves, cómic valenciano, Astérix, Tintín, editoriales, etc etc... ¡Necesito centrarme!
¿Por dónde está pasando ahora "Los Servitas"?
Una tienda de chucherías me ayuda a recuperar el control y voy visitando poco a poco todo el recinto, sorteando superhéroes, personajes de Star Wars y frikis en general. Pronto descubro que hay autores firmando, entre ellos ¡mi admirado Alex Robinson!, autor de "Malas Ventas", una de mis obras favoritas. Lástima que en el stand de Astiberri me dicen que ya no firma más ejemplares, porque se tiene que ir.
A quien sí pillo es a Gilbert Shelton, el autor de Freak Brothers y El gato de Fat Freddy, un mítico dibujante de los años 70, de eso que se llamó "cómic underground". Compro un ejemplar de los hermanos Freak y le pido que me lo dedique. Gran tipo este Shelton: con pinta de anciano honorable, chapurrea algunas palabras en español y me dibuja a los tres protagonistas, escalonados. Me da las gracias, pero se las devuelvo. Es la primera vez que un dibujante me dedica un cómic. Soy feliz.
Shelton dejando su impronta en mi cómic
Nunca me ha interesado demasiado el manga (aunque ahora disfruto de "Barrio Lejano" de Taniguchi), y lo cierto es que tanta referencia al jodido Naruto me aburre, por eso pude saltarme algunos stands. Con la entrada me regalaron un cómic de El Capitán América (la culpa es de mi camiseta) y aparte, compré "Cuaderno de viaje" de Craig Thompson, y el nuevo número de "Y, el último hombre", recién salido del horno. En ese momento escuché por megafonía que Alex Robinson firmaría ejemplares otra vez. Ni corto ni perezoso me compré su nuevo cómic, "Estafados" y me puse en cola, aunque todavía era temprano. Poco antes había comido un bocadillo y una cerveza rodeado de Anakin Skywalker y soldados de la fuerza imperial. Dicho así, casi parece algo normal.
Necesitamos más "Malas Ventas"
El titular parece una provocación para la SGAE, pero en realidad eso fue lo que le dije a Alex Robinson cuando lo tuve delante. Primero le pedí que me dibujara a "Stephen" de "Malas Ventas", porque "Estafados" aún no lo he leído, y no conozco a los personajes. Incrédulo, me preguntó si quería que se lo dibujara en ese volumen, y le dije que sí. Espero no haberle ofendido, pero es que soy muy fan de "Malas Ventas", y el barbudo Stephen es uno de los personajes más carismáticos.
Alex Robinson dibujando en mi cómic. Un gran tipo.
Lo cachondo fue que Robinson hizo que el personaje apareciera pensando: "Esta... Oh, ya estoy en el libro equivocado otra vez", bromeando así sobre mi petición. Cuando terminó le dije en inglés: "Necesitamos más Malas Ventas" y me sonrió agradecido y sorprendido. Espero que tome buena nota, aunque por lo poco que llevo de "Estafados", promete muchísimo.
Stephen, por Alex Robinson
Cansado de dar vueltas, y tras echar un vistazo a la exposición de "Blacksad", al taller de cómic y a la sección de "El Jueves" salí del Salón con la sensación del deber cumplido. No fueron ellos los únicos dibujantes que vi, pero sí los que más me interesaron. No estoy seguro de querer regresar al Salón nunca más, pues como digo fue algo abrumador y casi acabo asqueado, pero sin duda merece la pena conocerlo.
El resto del día lo pasé haciendo un poco de turismo con un colega, en la catedral del mar y una especie de feria perriflauta en el parque de la Ciudadela, que es como la Feria de las naciones pero mejor organizada. Y al fondo, el hermoso Arco de Triunfo. Se hace de noche, comemos algo y nos despedimos. Al día siguiente, Sant Jordi.
O compras una rosa, o debes matar a un dragón
Rambla pa´rriba, rambla pa´bajo
Si pensaba que había visto masas humanas en el Salón del Cómic, estaba claro que no contaba con Sant Jordi. Madre mía, qué cantidad de gente. Es como Sevilla en Semana Santa pero en avenidas mucho mayores, y con gente de diferente raza, nacionalidad y condición (nada de pijos de azul marino y canis de blanco y negro). De nuevo, la sensación de sentirme desbordado, en este caso por los libros y por la multitud. Yo creía que el grueso de público se iba a concentrar en la plaza de Cataluña y las Ramblas pero qué equivocado estaba. ¡Toda Barcelona es una fiesta! Se realizan todo tipo de actos en librerías, plazas, barrios; en muchas calles puedes ver cadenas interminables de tenderetes con libros y rosas, hay senyeras por doquier... La ciudad se adorna y embellece aún más en su día grande, y todo el mundo sale a celebrarlo, con todo lo que eso conlleva.
En la Plaza de Cataluña había tres escenarios diferentes, montados para la ocasión. En el de "Radio Cataluña" pude ver a Beth de OT promocionando su "nuevo" disco mientras el locutor de turno hacía bromas en catalán sobre Rajoy y Acebes. Si es que se les ve el plumero.
A ver si aprendes de Dani Zueras...
De los otros escenarios, uno era de TV3, y el otro estaba dedicado a la defensa del catalán, por lo que era el que menor público acogió. Tuve tiempo de escuchar el discurso de la cantante negra de Buenafuente en defensa de las lenguas nativas, y a un grupo chileno al que no presté demasiada atención. Me fijé más en una niña negra que bailaba de maravilla, o en unos chavales que me pidieron que les fotografiara mientras jugaban en torno a una estatua. Empezaba a oscurecer, pero seguía llegando gente.
Es curioso que a pesar de la sobreexposición (o quizá por su culpa), casi no comprara ningún libro al final. En parte porque me había salido de presupuesto desde el principio, en parte porque había mucho libro nuevo que no me interesaba demasiado. Y digo que casi no compré porque sí que pillé uno para regalar, y no precisamente una novela. En fin.
Tras tanta caminata, aproveché algún banco para descansar y leer, que yo veo mucha gente comprando pero poca leyendo. Y es que debería cambiarse lo de "Día del libro" por "Día de la lectura", que no es lo mismo.
Continué mi ruta por la Rambla de Cataluña y Paseo de Gracia y la sensación fue la misma, con mareas humanas pa´arriba y pa´bajo; escritores desconocidos firmando libros; personas de toda condición ofreciendo rosas, extranjeros, mochileros, perriflautas, familias enteras... Agotador.
Pensando que tenía que madrugar para marcharme muy temprano al día siguiente volví al hostal con la sensación de haber corrido una marathon. Me dolía la espalda de estar de pie; los pies de caminar todo el día, y además no paré de sudar en los tres días que estuve, por culpa de ese calor húmedo tan distinto al sevillano. De hecho, la mitad de mi presupuesto se fue en botellas de agua.
Ya en el hostal me acordé de mi último obstáculo: Si no había podido volar de Sevilla a Barna por tener el DNI caducado, ¿por qué iba a ser diferente al contrario? Decidí que tenía que intentarlo: eran compañías diferentes, y al fin y al cabo, el año pasado ya había viajado en avión sin el carnet en regla. No tenía nada que perder y mucho que ganar.
Cuando sonó el despertador a las 4.30 AM no me lo podía creer, pero pegué un salto hacia la ducha. A las 5.00 el taxi fue puntual para recogerme y llevarme de nuevo, a la Plaza de Cataluña. Allí cogí el aerobus, que me dejó en el aeropuerto con tiempo de sobra para facturar. En la cola de Air Europa, volvieron mis temores. La chica del mostrador me pregunta varias veces si viajo solo y le digo que sí, temeroso de hablar más de la cuenta y que se me note lo nervioso que estoy. Me siento como Steve McQueen en "La gran evasión", cuando los nazis realizan un reconocimiento. Cuando parece que todo está en orden, la chica mira el DNI y dice: "Este documento está caducado". Ahí está, me pillaron. Se acabó lo que se daba. Caput. Pero al instante, continúa: "Tenga cuidado, un día no le van a permitir volar". No tiene ni idea, pienso, pero no digo nada. Y me deja pasar, ¿prueba superada?
Lo sé, tengo el DNI caducao
Eso creía yo, que había ganado. Pero entonces, en los controles del aeropuerto, cada vez que paso por el escaner, suena un pitido, y me tengo que quitar hasta los zapatos. Para colmo, cuando por fin logro pasar sin dar la nota, el policía me hace abrir la bolsa de equipaje y saca un desodorante, un champú y un bote de espuma de afeitar que me requisa por culpa de la nueva ley y bla bla bla. "¿quiere facturarlo? si no, tendré que tirarlo". Es tarde, y además me niego a pasar otra vez por la vergüenza del DNI caducado, así que ahí se quedan, qué se le va a hacer. Sólo falta la puerta de embarque, pero para entonces, mi dedo ya se encarga de tapar la fecha de caducidad del carnet.
Y por fin vuelo, y llego a una Sevilla vestida de Feria, sintiéndome un terrorista de Al Quaeda como poco. Me desquito, eso sí, "robando" varios periódicos del avión, que no compensa las pérdidas, pero al menos me autoengaño llevándome algo que no es mío. No del todo al menos.
Ha sido un viaje agotador, intenso y lleno de emociones. A pesar de todo, espero repetir pronto. Y que ustedes lo lean.
10 comentarios:
Me alegro de su periplo y, sobre todo, de la vuelta al espíritu labordetiano. Cuando nos veamos no hará falta que me cuente mucho max y max, quicir, creo que oiré otra vez "Dark side of the moon". Por cierto, en una caseta de la feria oí tocar "Another brick in the wall"....maravilloso, me encantan este tipo de transgresiones.
Una cosa sí le pido, ¡renueve su DNI ya, por la gloria de Boxset!
Yo en este justo momento tengo caducados el DNI, el pasaporte y el carnet de conducir. Este último desde hace casi dos años... lo que es como decir que hace casi dos años que mi seguro de daños a terceros es prácticamente papel mojado, y que cualquier día se me va a caer el pelo, más incluso de lo que ya se me cae de ordinario. Ya, ya lo sé... soy una irresponsable integral (de hecho, me está dando tanta vergüenza confesar esto en público que creo que el jueves iré a Tráfico a renovar el carnet de conducir).
El DNI me acaba de caducar, en realidad, pero en mis tiempos juveniles de perriflautismo militante lo tuve caducado casi ocho años. Era la época en que yo pasaba casi más tiempo al año en el extranjero que en España y el pasaporte lo tenía siempre en regla, con lo cual constaté que no había nada en este país que no se pudiera hacer con un DNI caducado: ni votar, ni pagar a crédito, ni empadronarse, ni sacarse el título de licenciado o de doctor, ni comprarse un coche o un piso... ya digo, sin embargo en un aeropuerto nunca me la jugué. Nada excepto iniciar los trámites de renovación del pasaporte: para eso, tenías que iniciar antes los trámites de renovación del DNI (que tardaba cuarenta días) y, con el resguardo de estar tramitándolo, renovarte el pasaporte (que tardaba día y medio). Inicié los trámites de renovación del DNI lo menos dos veces para poder actualizar el pasaporte, y dejé el proceso del DNI sin completar las dos veces, una vez tuve el pasaporte en mano.
Hasta que un año tenía que irme a Italia durante varios meses, y el pasaporte me caducaba más o menos justo el día de mi partida. Así que fui tres días antes de mi marcha a hacer lo de siempre... y aprendí una lección fundamental en la vida que no he olvidado desde entonces: nunca menosprecies lo que puede complicarte la vida la indignación moral de una funcionaria de la edad de tu madre. La funcionaria en cuestión se enfadó tanto de ver que mi DNI llevaba caducado ocho años que se negó en redondo a renovarme el pasaporte con el resguardo de tramitación: hasta que no le llevara el DNI nuevecito y reluciente, no iniciaba siquiera los trámites de renovación del pasaporte. Dio igual que le llorara, que le suplicara, que reivindicara mis derechos, que le contara por activa y por pasiva mi necesidad imperiosa de ir a Italia tres días después... la señora seguía inconmovible como una roca en su labor educativa de niñatas irresponsables.
En fin... resulta que el comisario en jefe de la comisaría de Documentación de Valencia era el padre de una íntima amiga mía, y sólo por eso pude irme a Italia in extremis. Pero me juré que ya no lo hacía nunca más. Claro que de eso hace tiempo, y me temo que ya se me ha olvidado mi firme propósito.
Pero tu caso me ha conmovido :D. De hecho, yo creo que si le mandas un correo a Waters contándole tu odisea, te reembolsa el billete de avión y la entrada del concierto, por hard core fan. No mereces menos.
El resto de la entrada te la comento otro rato, que se ve que tenías deseos de comunicarte acumulados... :D
Yo también, claro, que casi escribo un comentario más extenso que tu entrada :D
Pues sí, pero encantado de que te explayes en los comentarios. Ya te he dicho más de una vez que un blog te vendría que ni pintado, aunque te falte esa interacción que tanto necesitas. No me gustaría que se perdieran tus comentarios sobre Anita O´Day, Nacy LaMott, chanson francesa o música brasileña, de la que se tan poquísimo, y tanta curiosidad me despierta. Deberías planteártelo, en serio, aunque sólo copypastearas lo que escribes en los foros.
Yo también te quiero :D
Y hablando de chanson: me voy a ver 'La vida en rosa'... que seguro que no vale nada, pero no puedo dejar de verla :D.
Te podrías haber venido de 13 a 14 delante de la boquería, que andaba yo firmando libros!
Lo sé, Doc, me enteré después. Ese día fue un poco extraño para mí, pero si lo hubiera sabido me habría acercado. Espero eso sí que pasara una jornada agradable (¡firmando libros!), porque además creo que no estuvo la cosa mal en cuanto a ventas, que oí que en la FNAC se agotó su libro.
El primer Saló siempre es una experiencia chula. Pinfloi, que eres un Pinfloi.
definitivamente ODISEA anda que no??
por cierto tanta cultura "YO SOY UNA ÑOÑA" me servirá de lección y ahora tendré que pensarme dos veces en abrir mi blog!
saludos y felicidades :)
Gracias, Miriam. ¡Y ni si te ocurra pensarte lo de no abrir el blog, guácala! ¡Todo el mundo lo está esperando!
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