martes, 26 de febrero de 2008

El verdadero debate

El verdadero debate es decidir qué disco es mejor, si Blonde on Blonde (1966) o Blood on the tracks (1975). Si los colores, la luz, la variedad estilística e instrumental, el sarcasmo, la grandilocuencia, el surrealismo y esas letras a menudo inaccesibles del excesivo y genial "Blonde on Blonde",

o el minimalista, oscuro y doloroso "Blood on the tracks", sincero y alejado de metáforas crípticas.

El Dylan seguro de sí mismo, carismático, bohemio y provocador, que desafió a los fanáticos del folk al colgarse una guitarra eléctrica al cuello, o aquel que canta para vencer a sus propios demonios, ajeno a la industria, la cultura y su propio mito. La estrella del rock, o el cantante atormentado . La complejidad musical, literaria e incluso interpretativa o la sencillez nacida del estómago y el corazón.

Leopard Skin Pill Box Hat



o Tangled up in blue






En realidad no hay por qué elegir, claro, porque Dylan se reiventa en cada canción, en cada disco, o mejor dicho, cada vez que interpreta una de sus canciones. Yo asocio al Dylan de "Blonde on Blonde" a los Beatles de Sargeant Pepper y a todos aquellos años de creatividad inagotable, en los que parecía que todo era posible. De hecho, al igual que ocurre con los cuatro de Liverpool (y en concreto con el disco mencionado), con Blonde on Blonde también circulan teorías acerca del porqué de su título (sacado del blog Inclasificable ):

1- La fascinación que tenía Dylan por la pareja que hacían Brian Jones y Anita Pallemberg, ambos rubios.

2- Al Kooper dijo que el título nació de una asociación libre.

3- Se relaciona al título de este álbum con Edie Sedgwick, una actriz rubia que participó en varios films de Andy Warhol. También se dice que ella sería la protagonista de la canción "Like A Rolling Stone", y que el diplomático del caballo cromado con el gato siamés en el hombro sería el propio Andy.

4- Algunos afirman que se debe a la obra de teatro "Brecht on Brecht" sobre el dramaturgo alemán Bertolt Brecht.

5- Blonde On Blonde es el acrónimo de B o B.

Muchos años después, la banda punkpop The Muffs tituló su segundo disco "Blonder and blonder" en clara referencia a este disco, aunque no tenga mucho que ver musicalmente.



"Blonde on blonde" siempre lo tuve como referente de lo máximo a lo que podía llegar Bob Dylan, después de maravillas como "Highway 61 revisited" o "Bringing it all back home". Ese disco sonaba a los años sesenta y al rock and roll, a los Beatles, a los Rolling Stones sin dejar de sonar a Dylan. Era blues, era folk, era pop, era psicodelia y era moderno. El disco antes del accidente de moto (¿provocado?), el disco antes del cambio. Un disco excesivo, lleno de canciones, instrumentos (vientos, órganos, teclados, violines, percusión aparte de guitarra, bajo y armónica) sensaciones, colores y melodías. Y con unas letras para utilizar el diccionario y un manual de gramática inglesa. Como una especie de James Joyce fumao. Demasiado. Inalcanzable. Genial. Desde esa oda fumeta que es "Rainy day women" (ahora es cuando te necesitaría, Rea), hasta la larga balada de la dama de los ojos tristes, este disco doble recorre todo tipo de estilos y estados, superando todo lo que uno pudiera esperar hasta entonces de Dylan. La preciosa "Visions of Johanna", la intensa "One of us must know (Sooner or later)", la sencillez y luminosidad pop de "I want you" o "Just like a woman", la vocación de himno de "Stuck inside of mobile with the memphis blues again", el blues eléctrico de "Pledging my time" y "Leopard-skin Pill-box Hat", el boogie de "Temporary Like Achilles", el groove de "Most likely you go your way", la psicodelia de "Absolutely Sweet Mary", la beatlemana (casi Norwegian wood) "4th time around" o ese rock and blues sudoroso que es "Obviously 5 believers". Una obra maestra en la que no sobra ni una nota y que dejó bocaabierta a toda una generación.



Por su parte, "Blood on the tracks" (que gran título) no es tan ambicioso. No es tan largo ni tan variado. En ese sentido, casi podría decirse que es un disco conceptual sobre el desamor. Sobre la amargura tras la ruptura, sobre el dolor amoroso, sobre ese resquemor que a uno se le queda cuando le rompen el corazón en mil pedazos. Pero también sobre la nostalgia y la añoranza de la persona amada. Siempre se le cataloga como el disco del "divorcio" de Sara, algo que Dylan ha negado, pero lo cierto es que el proceso de separación coincide con la gestación de ese disco. Por no hablar de que todas las canciones, salvo el country-western "Lily, Rosemary and the Jack of Hearts" hablan de sentimientos, historias o recuerdos de amores truncados. Desde esa maravilla de "Tangled up in blue" que cuenta una larga historia de desencuentros con una o varias mujeres, pasando por la belleza triste de "Simple twist of fate" en la que el amante trata de explicarse por qué terminó, la distancia con la pareja amada en la grandísima"You´re a big girl now", la rabia contra la ex en "Idiot wind" o la resignación del amante en "You´re gonna make me lonesome when you go". Dolorosa "Meet me in the morning", no hay odio ni rencor en las últimas canciones del disco, como en la nostálgica hasta las lágrimas "If you see her, say hello" (quizás mi favorita del disco), o "Shelter from the storm" y "Buckets of rain", en las que prevalece el recuerdo de la amada de nuevo desde la añoranza y el cariño.

En el apartado musical "Blood" es casi lo contrario a "Blonde on blonde", es decir, un disco acústico (guitarra y armónica), con una línea estilística uniforme (folk y blues) y una producción minimalista. Aparte de todo, Dylan quizás canta mejor que nunca.

"Blonde on blonde" es uno de los discos referentes de la historia del rock y siempre lo tuve presente como modelo inalcanzable. "Blood on the tracks" lo he conocido posteriormente y su verdad -si quieren, su honestidad- me dejó noqueado (con mayor mérito teniendo en cuenta que hablamos de alguien que no tenía nada que demostrar). La diferencia de ambos discos se palpa hasta en las portadas. Nada tiene que ver ese Dylan bohemio, de frente, con palestino al cuello, luminoso y desenfocado de "Blonde" con el dibujo oscuro del perfil de Dylan, casi difuminado y con gafas de sol de "Blood".

¿Con cuál se quedan? ¿Con la brillantez o con el desgarro? ¿Con el abanico musical o con la cantinela dolorosa? ¿Con el cerebro o con el corazón?

4 comentarios:

Realice dijo...

Yo (me temo que ya lo sabes antes de que abra la boca) soy de Blood on the tracks antes que de Blonde on blonde... así que no debe ser un asunto contraposición del corazón contra la cabeza, o no me lo explico :). Al menos si lo mido por la frecuencia con la que escucho uno y otro, soy claramente de Blood on the tracks.

Reconozco que Blonde on blonde es admirable, comprendo el fervor crítico que suscita... pero rara vez soy muy afín al exceso, y aquí lo noto. Blonde on blonde me satura un poco, es con frecuencia un poco 'demasiado excesivo' para mí. De hecho, no tengo claro siquiera que lo prefiera a los otros dos discos de la etapa 'eléctrica' (tengo una debilidad particular por Bringing it all back home dentro de la discografía general de Dylan). Blood on the tracks no me satura nunca.

A mí también me gusta mucho If you see her, say hello, por cierto. Junto con Tangled up in blue, puede que sea mi canción favorita de ese disco. Y también tengo una debilidad especial por Buckets of rain.

Besitos.

Jagglitros dijo...

Muchas veces sientes pasión por el disco que te ayuda a descubrir un artista, o el que te ayuda a redescubrirlo, y hete aquí la disyuntiva con la que se ha encontrao el Joven Adso: ¿descubrimiento o redescubrimiento?, quicir, ¿Blonde on Blonde o Blood on the Tracks?. Por mi parte, reconozco que he descubierto recientemente Blood on the Tracks y con toda su melancolía y desamor me parece un disco entrañable, casi diría hasta tranquilizador...en fin, los filtros de cada uno. De todos modos, Blonde on Blonde representó mucho para mí (losdors) hace unos ocho o nueve años y fue el que realmente hizo que Dylan se adentrara en mi universo personal. Recuerdo quedarme embelesado oyendo I want you, Just like a woman, Sooner or later One of us must know, o la eterna Sad eyed lady of the lowlands, especialmente ésta, escuchándola tirao en la cama queriendo que no acabara. Casi están a la misma altura los dos, son clásicos, inmortales, pero me quedo con Blonde on Blonde, definitivo.

SisterBoy dijo...

¿Y el peor sigue siendo Self portrait?

SisterBoy dijo...

Por cierto Beggars Banquet es mejor que Exile on Main Street