domingo, 13 de abril de 2008

Micah P. Hinson en directo


Acabo de volver de la sala Q en el Polígono Calonge con la sensación de haber presenciado algo grande. Porque sí, era un concierto más, de un cantautor de Texas, de insultante juventud y maneras de viejo zorro. Un tipo con la voz grave que a veces suena a Johnny Cash y otras veces a los Pixies; que es capaz de pasar del bluegrass al rock alternativo con absoluta naturalidad y que sobre todo muestra una versatilidad como pocas veces he visto sobre un escenario.

Me refiero a Micah P. Hinson. Conocía su música, soy fan de "Micah P. Hinson and the opera circuit", y esperaba un concierto de folk&rock más o menos intimista. Con esa tristeza que desprenden sus canciones, que nadie diría que pertenecen un tipo que no llega a la treintena. Pero es que el tipo realmente ha vivido lo suyo (excesos de drogas, alcohol y cárcel incluidos). Con esa desnudez y esa fragilidad que parece que la canción fuera a romperse en mil pedazos de un momento a otro. Y lo cierto es que parte de eso lo hemos visto, sobre todo cuando cogía la guitarra acústica y llenaba la sala con su vozarrón con canciones como "Seems almost possible". Tampoco me ha sorprendido la calidad de sus músicos acompañantes, tanto el bajista (con bajo Hofner, eso es tener clase) que tambíén hacía las veces de teclista, como el batería que a su vez tocaba el banjo y el lap steel. Tipos vestidos de manera elegante, como el propio Micah, con traje oscuro y corbata, como las antiguas bandas de rock. Y sobre todo, grandes intérpretes y muy bien compenetrados, capaces de entenderse con una mirada.

Todo eso lo esperaba. Lo que me ha sorprendido es la intensidad en los momentos en que Micah cogía la guitarra eléctrica y sacaba toda su ira. No sólo por el contraste con las partes más lentas de la canción (en las que además era su voz al micro únicamente) sino sobre todo por lo sobresaliente. Aquello no tenía nada de punk, ese tipo sabe tocar. Y berrear como poseído por el diablo, y encender a un público gafapasta acostumbrado a la música acústica para pseudointelectuales. Tanta intensidad (en algunos momentos, trallazos cercanos al heavy metal) que un tipo delante nuestro se desmayó. Ese es su toque de distinción, sus deportivas contrastando con su traje.

Y es sorprendente además porque todo su discurso tiene coherencia. No deja de sonar auténtico, americano e incluso texano cuando aumenta la intensidad, en realidad es lo que lo hace vigente, novedoso, original, sin dejar de sonar a la música americana de raíces de toda la vida. Es fiel y es bastardo, es de los 40 y 50 pero también de los 90. Tiene su propio estilo. Y eso, en un tipo tan joven y con tan poco trayecto recorrido es sorprendente.

Suele mosquearme la unanimidad en los elogios a un artista, porque suelen ser desproporcionados, sobre todo si parten de revistas de "tendencias". Sin embargo, ante Micah tengo que reconocerlo y quitarme el sombrero, porque tiene hasta buen humor. En un momento del concierto invitó a su reciente esposa a que subiera al escenario (ella no quería, pero no tuvo más remedio) y sentada en un lateral, Micah le cantó una canción de amor. Es una mujer sorprendente, dijo cuando ella bajó del escenario, más azorada que perezosa.

Para quienes le conocéis, deciros que tocó éxitos como "Beneath the rose", "Diggin a grave" en clave surf y otros temas como "It´s been so long" o "You´re only lonely" y la tónica fue la mezcla entre lo acústico (empieza y acaba el concierto él sólo con su guitarra) y lo eléctrico; la calma y la tormenta, incluso dentro de una misma canción. Toda una lección de personalidad y saber hacer en un día extraño como un sábado de feria. Y sin dejar de fumar durante más de dos horas de actuación.

Ah, por cierto, tiene gracia además que Micah se parezca mucho a un antiguo compañero de instituto, Ramón Montesión. Si es que todo está conectao.

2 comentarios:

Jagglitros dijo...

Hey, Adso! Que fue el domingo pasao y no me habías comentao nada. Se ve que lo disfrutaste. De todos modos, habrá que pegarle una escucha ar Micaé un día de estos. Lo de Ramón Montesión cuesta imaginarlo, pero sólo con pensarlo me desternillo.

Anónimo dijo...

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